Águila y león y hombre y buey.
Todos luchando a la vez. Así es como los dioses quisieron que funcionara el
mundo.
Los hombres
luchan pero también dibujan. Y solo ellos pudieron plasmar la lucha en una
carta del tarot.
Todo lo
irascible y efímero es externo y se confunde con la niebla informe. La barrera
natural nos separa de la auténtica belleza.
El hombre se
encargó de dibujar las cartas del tarot. Hizo su visión del mundo y dibujó en
el centro a una mujer de proporciones eróticas bíblicas.
Los que luchan
contra el hombre sueñan otro mundo, uno en el que su labor es dibujarlo. Entonces,
mientras todos miran al centro del mundo, el león ve una sabana infinita, el
águila admira un enorme y brillante huevo, y el buey sueña con una vaca
envuelta en el mismo velo que la hembra humana. Y los bastones que llevaba en
las manos no tenían comparación con un par de bellos cuernos.
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