Llueve. El cielo y la gente y el asfalto son grises. Todo
esto me remonta a una época y a una ciudad en donde uno sabe que todo es bello,
gris y muy elegante: que así es ahora y así lo verán en cien años. Un caballero
y una dama caminan bajo un paraguas. Tal parece que aquí todos caminan bajo un
paraguas, es decir, que todos aquí son damas y caballeros. Hay un camino de
baldosas por donde pasan las carretas. En cada una de las esquinas hay faroles
que funcionan con gas. Ahora que sé que un día una corriente eléctrica
alumbrará las calles, me pregunto si no era mejor vivir aquella época, en que
los faroles funcionaban con gas y brillaban por sí mismos, ajenos de la existencia
de otros faroles.
Gustave Caillebotte “Calle de París
en un día de lluvia”, 1877
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario