Esta noche me ha despertado la misma sensación de ayer. No
era necesario sufrir para saber que era dolor.
No dolía nada, pero era muy clara
la sensación de la que debía tratarse. No tendría sentido de otro modo. Ni el
hambre, ni la sed ni el frío eran capaces de interrumpir el sueño de una forma
tan abrupta.
Antes consideré que pudiera ser
miedo. Tenía sentido despertarse de repente a causa del miedo, no obstante
descarté la idea de inmediato. Uno le teme solo a lo que está por venir, o
mejor dicho, por lo que pudiera ocurrir en el futuro, y en ese momento no
esperaba nada. Hasta donde podía recordar, no le temía a nada. Eso que me
aquejaba sin duda debía ser dolor.
Hay quienes dicen que solo
vivimos para sentir dolor. El dolor nos mantiene vivos. Mi condición dicta que
no debería sentir nada. ¿Qué si no el dolor podría despertarme en las noches?
¡Hace ya tres días que estoy muerto!