lunes, 6 de febrero de 2012

Otro Wakefield

Los acontecimientos que toman lugar en esta historia son ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Después de veinte años de ausentarse de su hogar (y sin que esto se debiera a asuntos que estuvieran totalmente fuera de su control), el hombre subió los escalones del pórtico y se plantó frente a la puerta mientras su mano alcanzaba el picaporte.
Se limitó a acariciar la esfera deformada de estilo victoriano hasta preguntarse qué estaba haciendo allí. No es que se sintiera avergonzado de volver como si nada a su vieja casa después de una partida tan abrupta y prolongada. No le preocupaba la visión de estar frente a su esposa en un interrogatorio de una sola pregunta cuya única salida reside en la verdad. Lo que más temía era que la puerta de enfrente estuviera cerrada.    

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